El niño
de un pueblito lejano en la campaña tenía que ir a la escuela de un pueblo vecino,
a una hora de camino a pie. Su madre lo llevó el primer día de clases
y para llegar a tiempo salieron de su casa al amanecer.
Cuando habían
recorrido apenas trecientos metros, el niño olvidó el propósito principal de aquella excursión y quedo abstraído ante su propia sombra,
que hacía que el niño se sintiera un gigante de treinta metros de
altura.
De pronto,
la madre se detuvo y mirándole directamente a los ojos le dijo:
No contemples tu sombra al amanecer hijo, mírala sólo al
mediodía.
FUENTE: ANÓNIMO
No hay comentarios:
Publicar un comentario